Lágrimas de soledad -Capítulo 9-

Hola! Estoy de regreso :)

Para ser sincera he estado algo desanimada u.u No sé, incluso me puse a pensar en que tal vez debería dejar de publicar aquí en el blog, pues veo que hay más interés en wattpad u otras plataformas. Pero... No me gustan y casi no las entiendo, sin mencionar que esté es mi pequeño espacio. Por lo que no pienso dejarlo. Las personas que me siguen en mi página de Facebook se habrán dado cuenta de mi anuncio de eliminar Intuición u.u Lo siento profundamente por las pocas personas que habían comentado, pero en realidad sentí algo decepcionada de la poca recepción así que pasaré a escribirla y posteriormente publicarla con la editorial.

He estado con un bloqueó horrible, sin deseos de escribir... Lo que es raro en mí, pero con la universidad sobre mi cabeza y no tenerles apoyándome... No sé, me sentí algo sola, supongo. Casualmente esto me pasó al mismo tiempo que tenía que hacer mi corrección de "Fuera de límites" (de la cual espero tenerles noticias sobre su publicación), y no sé, tal vez fue ver como he avanzado con mi escritura o ver que mi novela parece más profesional, el caso es que me ha puesto de humor para escribir. Lo que voy a aprovechar para actualizar y posiblemente, seguro, postear el primer capítulo de "Nunca juntos". Veremos :D

Bueno... dejaré de quejarme y les dejaré lo que han estado esperando. No puedo despedirme sin agradecer infinitamente a las personas que siempre me dejan un comentario, que me siguen en Facebook y me ániman a seguir. Gracias, les quiero un montón :D

Nos leemos ;D

Capítulo 9

No podía ser nadie más, esos ojos… ese rostro. No había manera de que estuviera confundido. ¡No lo estaba! Se derrumbo en el suelo viendo como a cámara lenta todos se movían. Como el que parecía ser su prometido muerto buscaba pasar a Nicholas, el lobo lo evitó, pero eso causo que el otro atacará.

El vampiro se lanzó con fuerza sobrenatural contra el lobo, quien lo retuvo por la fuerza. Eso hizo que el pesado silencio se volviera un mundo de gritos, aullidos y golpes.

—¡Dorian! —gritó aquel ser.

Se cubrió los oídos y cerró los ojos con fuerza, apretó sus piernas contra su pecho. No iba a ver, no quería saber nada de esa locura. Lágrimas corrían por sus mejillas, incluso cuando se decía que no podía ser verdad.

Todo se volvió una locura perdiendo sentido de la realidad.

Gritó y maldijo a Nicholas, poco importándole lo que pasaba a su alrededor. Los odiaba, a todos. Era su culpa que los viejos dolores regresaran. No había manera que creyera algo de lo que estaba pasando. Negó, negó y negó con fuerza. Se enderezó y limpió con rudeza su rostro. Todo ese asunto era una locura.

Puede que hubiera comenzado a creer en las palabras de Nicholas. Que había un mundo que desconocía llenó de seres paranormales, pero lo que no iba a tolerar era que usasen sus recuerdos en su contra. Tenía que ser un embuste, algo planeado para hacerle daño. Eso era lo de menos, no le importaba.

No había manera de que fuera cierto.

No lo aceptaba.

Se levantó, sintiendo como sus piernas temblaban. Se sentía como un tonto, haber caído casi como una muñeca al suelo era vergonzoso. Pero no más. Lamió sus labios y restregó su rostro. Alzó la mirada al campo de batalla que se había convertido la parte frontal de la casona.

—Esto es una locura —murmuró para sí mismo.

Hombres vestidos de negro —vampiros—, estaban luchando cuerpo a cuerpo contra lobos, hombres convertidos a la mitad —mitad lobos, mitad humanos—. Ambos bandos luchaban con saña, sin importar si eran mujeres o si tenían apariencia infantil. Enloquecidos, hambrientos de sangre.

Apoyó una mano en el poste del pórtico, aún se sentía inútil sobre sus pies, pero más que nada porque necesitaba donde sostenerse para verlos. Eran impresionantes, la luna llena los bañaba con su luz, pero no era necesario. Ojos amarillos contra ojos rojos, ambos con la ropa desgarrada manchada de sangre.

Nicholas parecía un guerrero medieval, sudor hacía brillar su piel. Garras y parches de su pelaje se mostraban. Sus ojos lupinos ensanchados, su pecho ancho moviéndose agitado. Era impresionante, así como todos ellos.

Ningún lobo dejaba que los vampiros se acercasen al pórtico, no le miraban, pero seguro sabían que debían mantener al cebo protegido.

El vampiro seguía teniendo la apariencia del hombre que había amado.

Restregó sus ojos.

De alguna manera los lobos debieron creer que el vampiro estaba amenazando a su líder y se lanzaron a defenderle. De la misma manera pensaron los vampiros. Era una lucha de todos contra todos. Una lucha sin sentido.

Una cosa más que poner sobre sus hombros, pero poco le importaba. Quería regresar a casa, a su solitaria vida a medias. Quería sostener a su cachorro y mirar con tristeza la última fotografía al lado del amor de su vida.

Recostó su cuerpo contra el poste, se sentía drenado, no había tenido mucha fuerza de voluntad cuando fue secuestrado, pero ahora se sentía peor. Como si toda la fuerza, su molestia, su dolor hubiera terminado desapareciendo. Los miró con los ojos empañados, Nicholas golpeaba con rabia, con furia, parecía poseído. El vampiro estaba igual.

Iban a matarse.

Todos iban a terminar muertos.

—No me importa —murmuró—. No debería importarme. Ellos lo arruinaron, han roto… Lo han roto todo.

Bufó al verlos darse cabezazos. Terrence nunca había sido violento, tampoco había tenido esa sed de venganza que el vampiro parecía tener. Aparte estaba sus ojos, esos espantosos ojos rojos. Esos ojos no pertenecían al hombre que había amado, así como ese cuerpo esbelto. Ese vampiro no podía ser su Terrence.

El vampiro estaba comenzando a tener ventaja sobre Nicholas.

El lobo líder se había distraído cuando ayudó a uno de los suyos que tenía problemas con librarse del ataque de un vampiro. El príncipe había aprovechado para acercársele por un costado.

Dorian vio como las largas garras se insertaron en Nicholas, se estremeció al escuchar el aullido de dolor del lobo. Dejó de abrazarse y sin darse cuenta empezó a bajar los escalones. Sus ojos fijos en el par estaban forcejeando, Nicholas intentaba sacar las garras de su costado, mientras el vampiro buscaba evitar que el lobo mordiera su cuello. Este último tenía un brazo colgando inútil, un rastro de sangre corriendo por un lado de su rostro. Estaban rodeado por diferentes miembros de sus grupos. Todos igual o peor que sus líderes.

—Basta.

Los aullidos seguían, los gruñidos y maldiciones.

Nicholas amenazaba. El vampiro gruñía.

La tierra antes limpia, estaba revuelta, había zanjas nuevas y oscuras manchas de sangre humedeciéndola.

Su rostro estaba húmedo, podía sentir como agua corría como ríos por sus mejillas. Alzó la vista al cielo, pero este estaba limpio, sin muestras de la crudeza que podía verse pasando en la tierra. Acarició su mejilla notando que había vuelto a llorar, también notó que sin darse cuenta se había abierto paso hasta estar en el centro de la lucha.

Se abrazó.

Miró a su alrededor, todos enfrascados en sus peleas, sedientos de venganza. Lo que no era justo. Por lo que sabía ninguno de los dos grupos se conocían, ni tenían razones para estar al punto de matarse sin compasión.

Era suficiente.

—Alto —pidió.

Nadie lo escuchó.

Se giró a donde estaba el par de líderes. Derramando su sangre como si fuera una cosa común, sin importarles en lo más mínimo lo que estaban ocasionando a su gente.

«Son unos estúpidos».

No debería importarle. Había sido obligado a presenciar como dos razas paranormales se mataban entre ellos, era algo ridículo.

Entonces no entendía la razón por la que estaba corriendo. Porqué sin importar cuan riesgoso era, se interpuso entre los dos seres que se habían alejado para reunir fuerzas para dar su último golpe.

Cass gritó su nombre, también pudo sentir que algún vampiro quiso detenerle. No lo lograron y terminó entre los dos cuerpos. Sus ojos se opacaron con las lágrimas, sentía su interior ardiendo y un dolor agudo lo hizo jadear. Su cuerpo apenas se mantenía en pie, ambas palmas, que habían golpeado ahora le sostenían con miedo.

Nada tenía sentido.

—¡Es suficiente! Deténganse, alto… por favor, ya no… —suplicó con la voz ahogada.

—¡Dorian! —gritó Nicholas.

—Por Dios, qué has hecho Dorian… ¿qué he hecho?

Todo se detuvo.

Nadie podía creer lo que estaba pasando, nada de ello se suponía llegaría a ese extremo. Podían ser enemigos jurados, pero meter a un humano en su rencilla había sido demasiado. El no ser lo suficiente sensatos para no comportarse como los animales salvajes que alegaban NO eran.

Habían actuado sin pensar. Sin medir consecuencias.

Dorian estaba pagándolo.

Cass miró a su Alpha con temor, con dolor y al joven con lástima. Pero no hubo tiempo para pensar o ponerse a considerar como todo se había salido de control en un segundo.

—¡Cass!

Se movió. Su primo un par de pasos atrás, todos se hicieron a un lado al verla pasar. Mando a su primo por su maletín, podía no ser una especialista como Dorian, pero era una doctora general.

Era su deber salvarle.

Se recordó una y otra vez el rostro del humano sonriendo a la pequeña niña mientras destrozaba la camisa ensangrentada. Mientras escuchaba los ruegos de su Alpha y del príncipe, mientras escuchaba el aullido de dolor de su manada.

Tenía que salvar a la pareja de Nicholas.

Continuará...

No olviden comentar ;D